Un supositorio inseguro se introducía en el agujero mas peliagudo.
Aquí fijo que no sufro, pensó permitiéndose su último sulfuro.
El calor del recto le mantenía herecto, erguido en pleno escondite apartado del riesgo.
Muy a su pesar, apareció el desconcierto...
Un rugido de intestino parecía advertirle de una estampida sin límites.
Deshecho por defecto, empezó a oler esos adentros, que contraían sus paredes y le encerraban en camaras de gas reprimidas.
-OOOOHHHHIIISSSHHHHH.........
Fusionado en pleno cúmulo, salió llorado por un culo.
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