Brotó.
Vivió, su utopía cogido a un anciano con sombrero y mirada cítrica.
Amarga era su habla.
Paseó, por el árbol genealógico global, guiado por un cuentacuentos anarquista que hablaba mediante siglas. Tocó personas incineradas y debatió entre el blanco y su opuesto sombreado.
Era un cerebro en pleno terremoto, algo asi como un televisor explotado.
- Recuerdo extractos de sonrisas exajeradas que se tejían alrededor de mis orejas desaliñadas.
Rajando todo mensaje concreto y transformándolo en un diálogo mezclado, censurado, violento.
Miedo, por estar desconectado, por tener la percepción flotando al mando de algun maquiavelo no enterrado.
Estaba en peligro, en casa del abuelo y con un solo cuchillo.
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